El amor es cosa de otro planeta

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martes, 8 de abril de 2014

"El paraguas azul electrico"... Fragmento

Hola!!!
Cómo están? Deseo que muy bien, más ahora que los días poco a poco se van calentando, se ve más el sol y la primavera inicia timidamente a dejarse ver...
Bueno hoy quiero compartir con ustedes un fragmento de mi relato, que está incluido en la Antología "Pasión y amor" del Club de las Escitoras.
Si les ha gustado y han quedado con ganas de más, los invito a comprar el libro en Amazon.com

EL PARAGUAS AZUL ELÉCTRICO

Mi primer día en Milano, toda la vida soñando con poder llegar a la gran ciudad, tapizada de cemento, bulliciosa, cautivante y misteriosa. Y al fin veo mi sueño realizado, después de muchos esfuerzos y sacrificios.
Provengo de un pequeño pueblo, en el centro de Italia, mi deseo más grande siempre fue caminar por las calles de la gran Milano, llenas de glamour, y pasear por sus grandes avenidas abarrotadas de coches, que se mueven como una serpiente de metal colorada. Con sus edificios altos y elegantes, donde se mezcla arte y buen gusto.
He decidido abandonar mi hogar por la crisis, no hay mucho que hacer, el campo ya no es lo que era, no se puede vivir de él y… poco a poco los pueblos se van vaciando. Jóvenes como yo dejan sus hogares para buscar una vida mejor en las grandes ciudades, que se ofrecen como fuentes de trabajo.
En Milano los inviernos son muy fríos y grises, el aire tiene un perfume dulce a castañas tostadas, que proviene de los puestos ambulantes esparcidos aquí y allá. La lluvia es la reina omnipresente, junto a la niebla, eternas compañeras.
Llegué en Diciembre y fue amor a primera vista, la fascinante ciudad me atrapó envolviéndome en la magia de su ambiente, han pasado ya varios días y me encuentro muy a gusto.
 Mientras camino por sus peatonales, siento la melodía triste de un tango arrabalero y me dejo llevar entre sus notas melancólicas. Embobado en los escaparates de las tiendas, me adentro en las peatonales.
El gris perla de las nubes que cubren el cielo, lenta pero inexorablemente, se convierte en gris plomo. Una fina llovizna baña el paisaje urbano.
Me arropo bien en mi chaqueta y continúo mi paseo, descubriendo los rincones acogedores de la metrópoli.
 El ir y venir apresurado de la gente caminando absorta en sus pensamientos, hablando a través de un teléfono móvil o escuchando sus mp3, acentúan la sensación de soledad que con el correr de los días se ha ido instalando en mi ánimo. Extraño mi hogar, mi gente.
A pesar que no me desagrada el ruido de la ciudad, las bocinas de los autos, las sirenas, el murmullo de la gente, extraño el trinar de los pájaros en las copas de los árboles, que musicalizaban los días en mí pueblo natal.
Al fin y al cabo pienso que mis ansias de superación me han traído hasta aquí porque existe un plan divino del cual yo formo parte… solo espero descubrirlo pronto.
Me dirijo a la Galleria Vittorio Emanuele, donde se encuentran algunas de las casas de moda más importantes del mundo entero. El lujo me deslumbra, me sumerjo entre el mármol de sus suelos y cristales translucidos de sus techos, dejándome llevar por la marea humana que allí concurre.
De pronto, entre la multitud diviso un paraguas azul eléctrico, brillante y alegre que llama poderosamente mi atención. Me detengo un instante para contemplar a mí alrededor y con gran sorpresa se cruza en mi camino, atropellándome y llevándome por delante. Debajo de él se esconde una muchacha, deliciosa criatura, no puedo evitar quedarme sin aliento al ver su imagen. Trastabilla y en una rápida reacción sujeto su mano, ella se agarra fuerte a la mía, ella se agarra fuerte a la mía y evitamos la fatalidad, que caiga al suelo.
Ella tiene la piel blanca y tersa como los pétalos de una delicada flor. Su cabello es negro como la noche y sus ojos azules, son encantadores, sus labios, carnosos e invitantes.
Su cuerpo es armonioso, con formas perfectas, tan esbelta que parece un ángel.
—¡Oh! Disculpa —dice ella y sonríe, soltando mi mano con delicadeza.
El corazón me da un brinco en el pecho. La contemplo en silencio mientras reanuda su camino. Me ha hechizado con su belleza. Parece que el mundo se ha detenido por un momento, lo que sucede a mi alrededor no tiene importancia para mí, el bullicio se apaga y a pesar de la lluvia y el frío, mi día mágicamente se ilumina llenándose de color y alegría.
Decido seguirla. Entra en un bar y se sienta en una mesa cerca de una gran ventana, desde donde contempla con mirada melancólica, el exterior...

Deseo que les haya gustado y que hayan disfrutado de este pequeño fragmento... un beso y les deseo una feliz semana.
                                          Danisa. 

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